Tener las alas rotas no impiden el volar, sino, el temor de intentarlo y que en el aire fallen. Ese temor es tan grande que nos bloquea y paraliza. Es entonces cuando escondemos el miedo a volar y caer tras nuestras alas rotas. Pero cuando nos equipamos con el traje de valentía logramos alzar el vuelo y con el tiempo, siendo perseverante, volvemos a volar como un pájaro a través de la noche.
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